Estiro los brazos y la brisa desnuda mi piel refugiándome en sensaciones de bienestar.
Me sé tuya... me siento tuya y por alguna razón sé que estás aquí.
A lo lejos veo el tiempo caer lánguido y sin ganas de seguir, al mar bailando elegante ante la seducción del horizonte. Entre dunas níveas y dóciles las ninfas exploran pétalos de jardines ardientes mientras los faunos, clandestinamente, las observan entre los árboles huraños incapaces de proteger un secreto.
Cada papel es protagónico y se deja reemplazar por nuevos personajes hambrientos de emerger en mi mundo. De la nada crecen raíces de cristal formando un camino brillante, la noche se posa sobre él, mi curiosidad puede más y comienzo a marcar mis huellas hacia un destino que se muta por un desierto sagrado en el que me descubro como ninfa pero mi fauno no esta oculto, danza algo extraño rondando mi deseo, cierro los ojos para disfrutar su melodía en mi jardín, compases cadenciosos me hacen recibir un bello despertar.
Me sé tuya... me siento tuya y por alguna razón estuviste ahí.
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