miércoles, 21 de julio de 2010

SECRETOS

Sentada al final de la cama hago una pausa y dejo las zapatillas en el suelo, observo mi almohada y rozándola lentamente con mis dedos recuerdo tanto de lo que tuve y tanto de lo que amé…

Fuimos cómplices de una aventura y las emociones vacías me llevaron a ti. Con el alma limpia me entregué con confusión, mientras, en mis pasos llenos de miedo dejaba un sembradío de rencores, corajes, dolores… notorios sentimientos que me pesó observar.

Minimizaste con tus caricias la amarga partida, el nuevo hogar que mi corazón habitaba ofertaba un universo de posibilidades, entonces me sentí grande, me sentí libre y con derecho de ser yo. Mi proceso de crecimiento se aceleró, incluso llegaba a experimentar que no era yo, simplemente me convertí en un instrumento de la “FELICIDAD”.

¿Qué tanto un ambiente es propicio para la felicidad cuando nunca comprendí lo que hacía? Jamás presté atención a los detalles, sólo me atrajo la forma dejando a la deriva el fondo.

Me levanto lentamente y acomodo a detalle la caída del pantalón, reviso se vean lindas las zapatillas en cuestión, al subir la mirada a través del espejo evado las marcas de la “felicidad” sobre mi piel, este color nunca fue mi favorito y tú lo sabías. Y es que ¡en el reflejo a veces no me reconozco!, tal vez es porque en él guardé la niña… esa extensión de alegría y me quedé con la mujer con marcas de agonía. Podría jurar que este juego me llega a enloquecer pero he aprendido a vivir con él. Tú sabías que este nunca fue mi color favorito y pienso que te gusta verme envuelta en él.

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