viernes, 15 de enero de 2010

CAJA DE AIRE

Sexos mezclados, movimientos interpretando secuencia que solo Sade podría describir.
Sus miradas ausentes dan vida a sabores momentáneos, sonidos en voces sin amor deletrean el desinterés.
Máscaras rondan la morada y cada uno toma el turno en cuestión para terminar la danza.
No siempre es bueno conocer el otro extremo del mar pues los secretos que guarda pueden provocar alejarse de la orilla o perderse entre las dunas.
Femenino y masculino, positivo y negativo, cielo e infierno, frío y calor. Viven entre ambigüedades sin sentido, viven de preguntas que jamás contestarán, luchan contra deseos y protegen un amor incondicional que a cada uno fue brindado en una caja de aire que se desvanece entre sus dedos al pisar la habitación, ese escenario repleto de aromas y rituales clandestinos que dejaron la esencia de dos amantes, esclavos de Eros, momentos atrás. Transgresiones que se anidaron en el reflejo del espejo aquel que se llenó de vida con el compás de la música de los cuerpos sin rostro cubiertos por máscaras y luciendo sus mejores pasos usados solo unas cuantas horas.
Sin mirar atrás el agua se asienta y las ganas se van, dejando en ese recinto un pedazo de alma que no se repondrá, la llaga quedará abierta y el vicio se reproducirá sin cesar hurgando entre los recovecos de su ardor, deseando un nuevo encuentro que sacie la sed que lo mantendrá vivo.
De nuevo vuelve la caja de aire un poco desgastada a sus manos, está ansiosa por volver a tierras exploradas por el tiempo y que ha hecho suyas. Tras unas risas el Mar oculta el secreto, tras su mirada Venus esconde el placer, ambos Dioses viviendo entre realidades perdonadas por el silencio disfrutan de un presente tan fuerte y frágil como el ondear del papel.
La caja de aire, espera sigilosa un nuevo encuentro entre Dioses dispuesta a guardar en ella trozos de alma desvalida, mientras, el espejo una vez más... se llenará de vida con el renacer de la danza.